Todo niño sin distinción de raza, idioma o religión, tienen derecho a escuchar los más hermosos cuentos de la tradición oral de los pueblos, especialmente aquellos que estimulen su imaginación y su capacidad crítica. Todo niño tiene pleno derecho a exigir que sus padres que le cuenten cuentos en algún momento del día. Aquellos padres que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo incurren en un grave delito de omisión culposa, sino que se están autocondenando a que sus hijos jamás vuelvan a pedir otro cuento. Todo niño tiene que escuchar esos cuentos con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos. Todo niño tiene derecho a escuchar cuentos sentados en las rodillasde sus abuelos. Aquellos que tengan vivos a sus cuatro abuelos podrán cederlos a otros niños que, por diversas razones, no tengan abuelos que se los cuenten. Del mismo modo, aquellos abuelos que carezcan de nietos estan en libertad de acudir a escuelas, parques y otros lugares de concentración infantil donde, con entera libertad, podrán contar cuantos cuentos quieran. Las personas adultas están en la obligación de poner al alcance de los niños todos los libros, cuentos y poemas de los mejores autores. Todo niño goza a plenitud del derecho a conocer las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país. El niño tiene derecho a inventar y contar sus propios cuentos, así como modificar los ya existentes creando su propia versión. El niño siempre tiene derecho a pedir otro cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.  Todo niño, por último, tiene derecho a crecer acompañado de aventuras , de aquel caballo que era bien bonito, de la barba del viejo, del colorín colorado de los cuentos y del inmortal "Había una vez...", palabras mágicas que abren las puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos de la niñez.
(Fragmento de Libros para la Paz).

 

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